Se oculta tras un pecado. Es muy
pequeño. Se encaramó a una manzana y ahora contempla desde su cima el paisaje.
La Luna se pone, y él tiembla de frío. Las notas torpes de un piano lo hacen
temblar de frío. Te quiere, no te quiere, te quiere. Acaricia con timidez el
contorno de sus recuerdos, que lo persiguen siempre en las medias noches y
acaban alcanzándolo cada madrugada. Suspira, se estremece.
Su manzana se eleva y recorre en ella
el mundo. La brisa le revuelve el cabello y le enreda los deseos. No hay
algodón en las nubes, es miga de pan y mantequilla. Te quiere, está seguro. En
su bolsa de viaje hay un rayo tibio de sol; lo compró para ti. La marea sube,
las olas del mar caminan de puntillas, temerosas de quebrar el chocolate. Un
tendedero en el patio, lágrimas desteñidas prendidas con pinzas de madera. La
Luna se pone, y él tiembla de miedo. Los colores torpes de su fantasía lo hacen
temblar de miedo. Guarda las manos en los bolsillos del pantalón; quizá las
necesite más tarde.
Su manzana surca la nieve de las
montañas. El vértigo le revuelve el cabello y le enreda la cordura. Te quiere,
hoy te quiere. El resplandor intenso de la noche lo ciega. Hay un surco de
caramelo en su conciencia. Hay un vestido rasgado junto a la cama, y alguien
tocando al cristal de su ventana. Acude a abrir, y las olas del mar irrumpen en
la habitación, quebrando el chocolate. La Luna se pone, y él tiembla, y las
horas torpes del día se elevan en el horizonte, arrebatándole la juventud.
Te quiere, está seguro, pero hoy se
oculta tras un pecado.